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La casa es un compendio de tradición y buen gusto. Columnas esenciales de la tierra en forma de vigas de madera que sostienen el tiempo,  y esencia de la persona que ha colocado en sus paredes una parte de sí mismo a través de sus cuadros. Rafa es esa persona. Amable, colaborador, interesante y en cuyas manos se observa la realidad de la tierra, del trabajo.

El entorno es igualmente apreciable. Interesante en sí mismo y cerca de todo. Bien comunicado con un valle tratado con mimo para el visitante en el que todas las personas que lo cuidan son amables y tiernas con la tierra que enseñan (ya sea una cueva o un puchero de cocina).

Y para los que quieren ir un poco más allá, el vecino Bilbao o San Sebastián son verdaderas joyas de limpieza, organización y buen gusto.

 Es muy fácil disfrutar tomando un vino o comprando un kilo de tomates. Las gentes que lo sirven o lo venden se encargan de ello.

Es interesante destacar el comportamiento de las instituciones públicas respecto al visistante. El gobierno navarro se ha encargado de reducir la factura de sus huéspedes en alojamiento,visitas y restauración. Y el gobierno vasco ha invertido en infraestructuras y servicios de los que es fácil disfrutar.

¡Por cierto, en Pamplona se puede correr los encierros sin esperar a que sea julio. Nadie te mira raro. De vino en vino, que también cornea, pero no mata!

Hospedaros en casa de Rafa, es el epicentro de un terremoto de sensaciones más que recomendables.

Jose y Gloria.